El presidente de Haití, Jovenel Moise, fue asesinado en la incursión de un comando en su residencia privada en Puerto Príncipe, un magnicidio que desestabilizó la ya frágil situación política del país caribeño.
El primer ministro interino, Claude Joseph, asumió el poder tras la muerte de Moise, declaró el estado de sitio durante 15 días y garantizó que la situación del país está «bajo control», para lo que ordenó desplegar la Policía y las Fuerzas Armadas, que lograron interceptar a varios de los asaltantes.
La Policía anunció que cuatro supuestos asesinos fueron abatidos durante un tiroteo y otros dos fueron detenidos, en un operativo llevado a cabo cerca de la residencia de Moise, y que permitió la puesta en libertad de tres policías que habían sido secuestrados.
El asesinato se produjo a poco más de dos meses de la fecha prevista de las elecciones presidenciales y legislativas, el 26 de septiembre, en momentos en los que el Parlamento lleva año y medio clausurado y la cúpula del Poder Judicial tampoco está plenamente operativa.